Existe una suerte de mística cultural persistente alrededor del líder. No se trata de la idea de los hombres y mujeres hechos a sí mismos, ni de las claves para tener una intachable ética de trabajo individual. Hablamos de una tendencia a idealizar las figuras de liderazgo.
Uno de los ejemplos más flagrantes, dentro del mundo de la tecnología, es el de las figuras del sempiterno Bill Gates y el difunto Steve Jobs. Existen decenas de biografías que detallan las vidas de ambos dirigentes y, aun así, se sigue santificando la figura del segundo en detrimento del primero. A pesar de que el exdirigente de Microsoft trabajaba con los suyos codo a codo, es uno de los principales filántropos del planeta y siempre abanderó la idea de que delegar no es mandar, sino educar y producir ordenadamente.
Pero volviendo al espectro amplio de las cosas, ambos compartían una serie de rasgos comunes, y como ellos muchos directivos omnipotentes de las organizaciones que conocemos.
Los
cinco pilares fundamentales que mueven a un líder son:
1.
Conocimiento de su potencial.
O
autoconfianza, si queremos llamarla así. La certeza absoluta e inamovible de
que pueden hacer que su mundo empresarial funcione mejor y obtenga resultados
rompedores. Les importa poco granjearse enemigos, aunque sean conscientes de
que aquello que “más vale que hablen mal de mí, pero que hablen” es solo una
falacia cultural más. De hecho, se adhieren mejor al “vine, vi y vencí” y saben
que, para cumplir con esa máxima, es posible que deban desmoronar todo el
organigrama establecido para reconstruirlo de cero.
2.
Planificación siempre con la meta en su panorama
Porque
el punto anterior sería imposible de acometer si no tuvieran claro adónde
quieren llegar. Son personas educadas (o incluso autoeducadas) para perseverar
en la consecución de un objetivo claro y conciso. Para llegar hasta él, por
tanto, trazan meticulosamente un paso a paso, rompiendo la idea general en
pequeños escalafones construidos con objetivos menos ambiciosos pero
insorteables. Ese planteamiento obliga a planificar cada fase organizativa y
empresarial con antelación para que, incluso si suceden los imprevistos, ser
capaces de adaptarse a las circunstancias con sus subalternos.
3.
Persuasión como método absoluto de diplomacia
Porque
es más productivo ilusionar que convencer, y es más eficaz llegar a un tono
común que reincidir compulsivamente sobre debates estériles que se centran en
detalles. Esto no significa que las pequeñas cosas no sean importantes, sino
que se priorizan para después de que los pasos importantes hayan sido dados.
Pues es infinitamente más sencillo hablar de un pormenor cuando todo un
proyecto está encarrilado que tratar de construir dicho proyecto dando vueltas
sobre minucias.
4. El
miedo y la vulnerabilidad no son sinónimos
Los
líderes capaces no evitan el miedo. Se sumergen en la incertidumbre, razonan
sobre las posibilidades nefastas y llegan a soluciones alternativas y planes de
contingencia. Así, el miedo al fracaso se convierte en un refuerzo para el plan
empresarial o una guía clara de situaciones y pasos a gestionar en caso de que,
y esperando que no sea necesario, se haga realidad el peor de los escenarios
pensados.
5.
Conciencia de posición dominante
Cerrando
el círculo, los líderes saben que lo son y que todos los ojos están puestos en
ellos. Que cualquier movimiento, por pequeño que sea, es un ejemplo a seguir o
criticar. Por eso, son capaces de gestionar perfectamente en qué invierten sus
fuerzas. Si alguien o algún evento les repercute negativamente, lo gestionan
aisladamente o se deshacen de ello. A fin de cuentas, no es solo una cuestión
de incomodidad, sino de cuánta fuerza se pierde en el timón de la empresa si
esa interferencia se deja desatendida, lo que convierte las disrupciones a su
persona en asuntos de Estado Organizativo… sin necesidad de filtrar al proyecto
sus miserias individuales.
Puede
que parezca que estos cinco pilares fundamentales que mueven a los líderes sean
parte de la mística, pero lo cierto es que el análisis comedido de los
directivos, nos influyan directa o indirectamente en nuestra vida profesional,
arroja estas claves una y otra vez.
Así
pues, y aun sabiendo que del dicho al hecho hay mucho trecho, es importante
tener estos puntos en cuenta para tratar de aplicarlos a nuestra manera de
hacer las cosas dentro de nuestras empresas. Se tiende a pensar que estos
rasgos son innatos y que el líder va a brillar en su esplendor con el simple
hecho de darle un cargo. Sin embargo, como ves, no es tan fácil equilibrar lo
individual con el equipo, delegar las tareas sin delegar la responsabilidad.
Nuestro programa de Comunicación para la Gestión de Equipos precisamente se
dedica a dar las herramientas para que un directivo pueda descubrir el líder
que hay en él.
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